“¡Nosotros los noble, nosotros los buenos, nosotros los bellos, nosotros los felices!”
F. Nietzsche.
Nosotros que afirmamos rotundamente nuestro yo, regresamos triunfantes y altivos al pathos existencial, cual héroe heleno de vuelta al hogar tras la victoria, con el orgullo en la mirada y la nobleza en el corazón. Nosotros, bellos y bondadosos, despreciamos aquella manera cobarde de valorar que relega al viviente de su trono olímpico y lo hace siervo de la realidad. Nosotros somos, pues, engendradores de belleza y bondad, creadores de verdad. Nosotros tenemos el amor, vosotros el odio; para nosotros la dicha y para vosotros la desgracia; nosotros tenemos un “sí” pasional y vivificador, vosotros un “no” reaccionario y vengativo. Nosotros enfrentamos la realidad desde la serenidad de la gloriosa afirmación de nosotros mismos, los vivientes; mientras vosotros la esquiváis desde la fragilidad de una negación resentida y prejuiciosa. Nosotros volamos en carros alados conducidos por el orgullo y la nobleza y vosotros, incapaces de valeros por vosotros mismos, os arrastráis por el fango buscando un punto de apoyo que os permita elevaros y llevar vuestra mísera existencia en una posición un poco más digna. Nosotros amamos pasionalmente la vida, vosotros odiáis al que la vive. Y el fuego de nuestra verdad y la luz de nuestra belleza retumbaran en vuestras entrañas hasta resquebrajar los huesos de vuestra lánguida forma de existencia.
Ato G. R.