Que extraño me siento,
!oh, mundo! en tu presencia.
Fútil mi existencia,
como la opinión de un necio.
Razones busca la cabeza
por saber que está.
Mientras, el corazón llora,
por saber que está.
¿Qué sabrá esta
de los agravios del corazón?
¿Qué , las letras
de un llanto, de una pasión?
Celoso miro a los árboles,
tan frondosos, tan felices.
Gustoso daría mis días
por la fuerza de sus raíces.
Pero heme aquí,
desarraigado.
En llanto desconsolado.
Con el camino por delante
y heridas en el costado.
¡Cómo lloraba antes
por un mundo decente!
Y ahora me rasco la frente
y miro para otro lado.
Ato G. R.